martes, 16 de agosto de 2011

¿Qué es esto de los años, Mario Ferrero?


Escribe Carlos Amador Marchant

Es que ya parece que nos quedamos solos, dijo alguien, aunque el viento sigue con fuerza lanzándonos mensajes desde el mar.
Al paso de los años, todos los seres, sin excepción, mastican soledad y les aterra. En los canales, en esos programas banales que propone la TV chilena, observo rostros de mujeres que a no más de veinte años eran jovencitas. Hoy, luchan con el cirujano plástico, para escapar de la vejez, la implacable, la tirana, la soberbia. ¿Qué es esto de los años?. ¿Qué es esto de las generaciones, de los que se van y los que comienzan a vivir?
La tecnología avanza, corre como las fieras. La ciencia se adueña de los espacios. Y las ciudades crecen igual que la vegetación en la selva. Y los cementerios crecen, para atrás, como un súbito golpe en la espalda.
La poeta chilena Alicia Galaz Vivar hizo un poema genial en la década del setenta: “La madre Rosa tiene un hijo Juan y ese hijo Juan tiene un hijo Pedro, entonces la abuela Rosa aconseja a su nieto Pedro que cuide de su padre Juan en los últimos días de su vejez. El hijo Pedro entierra a su padre Juan y cruza por la vida engendrando a Francisco, Inés, José, Mario y Jorge, que luego sepultan a su padre Pedro para todos ellos engendrar las Rosa, Los Juan, los Pedro, los Franciscos, las Inés, los José, los Mario y los Jorge, enterrando y engendrando ad aeternum.”
Hombres divididos en mil, eso somos. O bien, palabras en reciclaje. O bien, una voz que rebota en las montañas.
Los que nos juntábamos en los bares y hablábamos hasta altas horas de la noche, dejaremos esos espacios vacíos. Pero algo reconforta: queda la idea, la voz, el pensamiento. ¿Hasta cuándo?. Tampoco lo sabemos.
Mario Ferrero murió al finalizar agosto de 1994. Ese mismo día, curiosamente, había recibido el Premio de Literatura de la Municipalidad de San Fernando. ¿Quién fue Ferrero?. La respuesta es inmediata: un buen poeta, escritor, ensayista. Pero olvidado en el tiempo. Sin embargo, este autor no requiere de cirugías similares a las que hice alusión al comienzo de esta crónica, sino una voluntad de redescubrirle sus más de veinte libros publicados en vida. Tampoco se quedó solo, porque siempre buscaba la forma precisa de caminar, aunque los senderos se le hicieron escarpados.
Y como en esta vida siempre hay que buscar (receta exacta para no sucumbir frente a la soledad), a Mario Ferrero me lo he encontrado dos veces en circunstancias similares. La primera fue en la década del ochenta. Alguien me vendió, sorpresivamente, “Pablo de Rokha, Guerrillero de la poesía”, texto que me permitió conocer más de cerca al poeta de Licantén, sus viajes, sus conversaciones. Ferrero era su sombra, pero con una diferencia de estatura física bastante notable. Es probable que, al momento de leer este libro, las curvas de la existencia estaban trazadas (era época difícil, ahora en el 2011, de nuevo aparecen los mismos) y el inclemente sinsabor de la vida hacía deleitar la otra vida, la vivida antes de mis pasos.
Me parece haber conocido a Ferrero, a  quien se le agregan todos los títulos: ensayista, crítico, antólogo, historiador y un cuanto hay. Es que es así. Él fue todo esto y mucho más. Perseverante y conversador. Hombre de charlas y academias. Hombre de caminos y sacrificios. Hombre que estuvo en esta vida, que dio mucho, y sin embargo se fue con lo puesto.
Creo verlo junto a De Rokha en esa camioneta vieja repleta de libros, transitando por casi todas las carreteras de Chile, descansando y siguiendo caminos, dialogando con la gente. Ahora, revisando textos revueltos de mi biblioteca, se me aparece un libro de bolsillo, diminuto como un dedal, de color azul fuerte, y me pregunto ¿qué es esto?. Me encuentro de nuevo con Mario Ferrero. A este minúsculo texto editado por “Zona Azul”, recuerdo haberle dado una calendarización de lectura, pero fue quedando aislado y pasaron los años y se quedó escondido. Se trata de “Poesía y pintura” y fue lanzado el mismo mes y año del fallecimiento de Ferrero. El escritor y poeta Ramón Díaz Eterovic, en el prólogo expresa: “Escribo de ese Mario Ferrero que conozco y aprecio. Del poeta mayor al que se mira de lejos  y con respeto, y del escritor comprometido con esas  utopías que tropiezan pero no mueren”.
Aquí Ferrero une a los escritores con los pintores, unificación que se ha dado en el tiempo, que a veces parecía muerta y que no es así. Vemos circular en su poesía a Jerónimo Bosch, Pablo Picasso, Toulouse Lautrec, Marc Chagall, Roberto Matta, Van Gogh, Modigliani. Habla de las obras que él admiró, de los personajes, y las transforma en poesía.
Del surrealista Chagall, dice: “Venía del campo Chagall. Vestía una camisa de mariposas rotas, traía en un saco vacío su rostro de pájaro loco, sólo su rostro, porque su cabeza venía sellada en la encomienda de los tres dragones”. De Van Gogh, señala: “Fue un rayo vespertino, una trompeta de oro en el estío, la saeta fugaz que inventó la ternura…………..Nos reuníamos en los bares asesinos de octubre a jugar dominó, a beber cola fría, pernod, ajenjo, malacabi, esa infusión ardiente que nos borraba el alma y el olor a pintura.”
Ferrero tuvo varios premios en el transcurso de su vida, galardones importantísimos, pero ésta, unida a los cerca de veintisiete libros editados, no ha sido rescatada en su real dimensión. Al mismo tiempo, entre los años 1970 al 73, llegó a ser Jefe del Departamento de Cultura y Publicaciones del Ministerio de Educación.
Libro pequeñito, como señalé anteriormente, pero bien editado, con buen cartón, buenas coseduras, capaz de ser lanzado al suelo y pisoteado y se mantiene intacto. En el desorden de mi biblioteca, por ejemplo, se mantuvo por cerca de diecisiete años, y ahora apareció, brillante, sin rasguños.
Luchador incansable, Ferrero, por cierto, no puede quedar en el olvido. El súbito reencuentro con este libro me lo confirma.
La obra también expone un breve saludo del Premio Nacional de Arte, el pintor José Balmes: “Poetas y pintores han marchado en la historia muy a menudo de la mano. Mario nos conduce ahora de la mano de la poesía y nos invita a descubrir de otra manera los sueños alucinantes de la pintura “(1993).
Al comienzo de este escrito hablé de la soledad y de la vejez que aterran a muchos seres humanos. Mujeres, hombres incluso, que buscan a los cirujanos plásticos. Pero soy un convencido que ninguna de estas aseveraciones tienen que ver con Ferrero. Porque este autor, como lo fue en su vida, aletea porfía, da la impresión que sabe que no hay ni habrá vejez para su obra. Estamos hablando, entonces, de una etapa que tendrá que quedar enterrada en el tiempo. Porque Chile deberá tronchar actitudes mezquinas que se siguen repitiendo. Y ahora mismo me subo a la camioneta vieja que usaron Ferrero y De Rokha, para dar un paseo por el mundo “del no olvido”, hasta sacar la tierra que se ha atrincherado en mi garganta.


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Sobre ballenas y un libro Estimado amigo Carlos Amador Marchant: agradezco emocionado la mención que haces de mi novela en tu bella y emocionante crónica. Un fuerte abrazo desde España. Luis Sepúlveda(escritor) 24 de julio de 2010 15:03 ........................................................ Sobre ballenas y un libro Estimado Carlos: Gracias una vez más, por cierto, tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunidas en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias Luis Sepúlveda (escritor) 26-07-2010 ........................................................ Crónica "Dame de beber con tus zapatos". Luis Sepúlveda (escritor) dijo... Querido amigo, como siempre disfruto y me maravillo con tus crónicas. ¿Para cuando un libro? un abrazo Lucho (Gijón-España) 10 de julio de 2011 15:25 .................................................... Sobre Ballenas y un libro Fuertes imágenes de una historia y una matanza, y de un lugar, que sobrecogen. Con pocos elementos, pero muy contundentes, logras transmitir una sensación de horror y asco que no se olvidan. He estado en Quintay varias veces, y sé lo que se siente al recorrer las ruinas de la factoría; mientras uno se imagina los cientos de ballenas muertas infladas, flotando en la ensenada, en espera del momento de su descuartizamiento, antes de ser hervidas en calderos gigantescos e infernales, para extraer el aceite y el ámbar, tan apetecidos por la industria cosmética en el siglo XX , así como lo fue (el aceite) para el alumbrado callejero en el siglo XIX... Crónica muy bien lograda. Un abrazo. Camilo Taufic Santiago de Chile. 27-07-2010 ........................................................ Sobre "Los caballos y otros animales junto al hombre" Tus asnos, caballos, burros y vacas son otra cosa, por cierto, tan cercanos al hombre, tan del hombre. Te adjunto una vieja fotografía de dos palominos que tomé en las montañas de Apalachia, en Carolina del Norte, allá por el año 1983. Encuentro interesante y muy amena la manera en que hilvanas tus textos, siempre uniendo al tema alguna faceta literaria o cultural (en este caso, Delia del Carril, Virginia Vidal, Nemesio Antúnez, Santos Chavez). Hace tiempo te dije que no desistieras de tus crónicas, que van a quedar, y mis palabras fueron corroboradas recientemente por Lucho Sepúlveda cuando él te escribió a propósito de tu artículo Sobre ballenas y un libro: "Estimado Carlos: (...) Tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunida en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias. Lucho". Y eso digo yo también, que tus crónicas son estupendas. Te escribe desde Benalmádena, Málaga. Oliver Welden (poeta) 21 de agosto de 2010 ...................................................... Sobre "El corcoveo de los apellidos..." ¡Notable, muy bueno! Escribir sobre la configuración de su nombre, con esa transparencia en el decir es algo que se agradece, precisamente en un pequeño universo donde lo que más pareciera importar es "el nombre". Además, esas referencias a los escritores nortinos siempre son bienvenidas, pareciera que no siempre ellas abundan en la crónica y crítica nacional. Ernesto Guajardo (Valparaíso-15 noviembre-2010)

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