(fotografía carlos amador marchant)
Escribe Carlos Amador Marchant
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No
menos interesante resulta la travesía de los españoles desde Tacana o Tacna
(Perú), lugar desde donde Pedro de Valdivia inicia su cabalgata hasta llegar
a Copayapo (Copiapó) en 1540. Pero, ¿Quién narró más copiosamente estos
acontecimientos?
Gerónimo
de Bibar fue quien observó las andanzas del capitán y las retrató, sin ser un
eminente letrado. Su legado, en cambio, está latente hasta nuestros días
graficando las caminatas de los españoles y la bravura expuesta frente al
monstruo del desierto cordillerano.
Bibar,
por muchos siglos fue prácticamente un fantasma, sólo mencionado en forma
escueta por uno u otro historiador al paso de los años. Incluso, algunos
pensaban que se trataba de una ficción. Era un nombre que aparecía y
desaparecía, como quien trata de esconderse por el mundo de la historia, como
quien pretende pasar desapercibido en los anales de la conquista.
Pues
bien, todo resultó a la inversa, porque más o menos en unas seis décadas
pasadas, su nombre comienza a figurar en algunos documentos de la conquista
aunque siempre asaltando dudas sobre su verdadera personalidad. Fue una
revista española, según narra Sergio Villalobos, la que dio a conocer una
nota breve sobre la verdadera existencia de la crónica de Gerónimo de Bibar,
nacido en la ciudad de Burgos, incorporando, incluso, una fotografía de la
última página de esos escritos.
Por
suerte aquel manuscrito durante
El
mismo Sergio Villalobos especifica que trabajando como funcionario del Fondo
Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina en
Según
Villalobos, consideró que las crónicas del hombre de Burgos eran superiores
por muchos conceptos a las crónicas de Pedro Mariño de Lobera y de Alonso de
Góngora Marmolejo, hasta aquel entonces los relatos más certeros sobre la
conquista de Chile.
Lo
concreto es que al paso de los años todo lo que se había hecho sobre estos
documentos fueron sólo recopilaciones en hojas diversas. Pero, por vez
primera sale la crónica transformada en libro, con el historiador Mario
Orellana, en 1988, quien realiza con esto, además, una tarea que faltó por
mucho tiempo.
Porque
Bibar narra los acontecimientos en torno a la travesía de Pedro de Valdivia
desde Tacana hasta Copayapo, pasando y fundando una seguidilla de pueblos pre
cordilleranos. Es decir, sin Bibar, poco o nada sabríamos de estos
acontecimientos.
Según
Mario Orellana, Bibar era un hombre de a pie, vale decir de una condición
modesta, incluso lo trata de acercar a la presencia de villano con
inclinaciones a las expediciones marítimas debido a que participó en 1550 en
la exploración de la costa hasta Arauco efectuada por Juan Bautista Pastene.
Según recopilaciones, el propio Bibar confirma haber participado en otras
travesías como el viaje a isla Mocha y al Estrecho de Magallanes con
Francisco de Ulloa en 1553.
Villalobos,
por su parte, dice que Bibar como guerrero no habría sido un hombre destacado
e, incluso, por la misma razón, no alcanzaría una situación de altura.
También afirma que ni siquiera habría sido encomendero ni obtuvo cargos
oficiales de honores. Termina diciendo Villalobos: “Creo que no es antojadizo
imaginarlo retraído, alejado del barullo de los conquistadores, observador
fino y culto, apto para el manejo de papeles y propenso a las lecturas y el
uso de la pluma, aunque no fuese propiamente un intelectual”
El
autor del primer libro sobre Bibar, Mario Orellana, se inclina a decir que en
las crónicas de este autor hay, por cierto, una influencia de las cartas de
Valdivia, y por esta razón lo relaciona como amigo cercano de Juan de
Cardeña, secretario del capitán.
Con
todo, estas cartas, estos documentos, fueron rigurosos informes de lo
acontecido en Chile, y que llegaron en esa época tanto a las autoridades
españolas como peruanas, incluyendo al rey de España.
Los
relatos de Bibar, como dijimos anteriormente, traducen el viaje realizado por
Pedro de Valdivia desde Tacana hasta Copayapo, rutas que comenzaron en el año
1540.
Especifica
Bibar que a once días del mes de abril de mil quinientos treinta y ocho,
recibió Valdivia de parte del marqués Francisco de Pizarro la autorización
para ir a conquistar y poblar los reinos de Chile, nombrándolo capitán
general. De esta manera Valdivia viajó al Cuzco para dar a conocer la
travesía que comenzaría muy pronto. Como era costumbre en la época, el propio
capitán general comenzó a recolectar provisiones y a llamar a otros hombres
para que se le unieran a la misión. Esta misma acción la realizó en lugares
como la provincia de Charcas, en la villa de
Luego
de las tormentosas jornadas del rescate de misioneros, Valdivia nombró a
Alonso de Monroy como su teniente y la primera orden entregada tuvo relación
con seleccionar los caballeros que hallase en el Collao y que se dirigiera
con ellos al valle de Tacana, en la costa, lugar donde comenzaría la
expedición.
Por
su parte Valdivia se dirigió luego a la ciudad de los Reyes donde contrató un
navío y posteriormente regresó al Cuzco. En esta misma ciudad, dice Gerónimo
de Bibar, el capitán halló a doce soldados que habían quedado esperándolo y
con éstos se dirigió a la ciudad de Arequipa encontrándose con el capitán
Monroy, a quien despachó para el Collao para que se dirigiera posteriormente
con los soldados que hallase hacia el valle de Tarapacá.
Pues
bien, Valdivia se encaminó a Tacana, sitio desde donde emprenderían la
peligrosa travesía por el desierto de Chile.
El
capitán Valdivia, en Tacana, supo que el navío y toda la gente que había
contratado en la ciudad de los Reyes no vendrían. Por esta razón, con los
escasos soldados que tenía se encaminó hacia el valle de Tarapacá
De
esta forma el pequeño grupo encabezado por el capitán fue atravesando los
valles que, según lo relatado por Bibar, tenían una anchura aproximada de una
legua y entre otros y otros valles similares, seis o siete leguas
aproximadamente.
Sin
mucha diferencia a la visión actual, Bibar cuenta que los espacios de tierra
que estaban fuera de estos valles eran estériles y despoblados, con grandes
arenales.
Valdivia,
al llegar al valle de Tarapacá, esperó a su capitán Alonso de Monroy que
venía de las Charcas con setenta hombres, cincuenta de a caballo y veinte de
a pie. Aprovechó esta instancia, para que por varios días los caballos
lograran descansar y la gente aprovechara de proveerse de alimentos.
Más
tarde se le van uniendo otros refuerzos. La extraordinaria narración de Bibar
especifica el difícil viaje para las huestes de Valdivia, cómo caminan en
grupos de veinte hombres para no agotar el agua, cómo los naturales llevan
agua en calabazas y en odres de cuero de carneros y de lobos marinos. También
grafica el escenario de los soldados que van de a pie (es probable que uno de
ellos haya sido el propio Bibar) y quienes deben ir limpiando los pozos que
abastecían de agua.
En
las crónicas de Bibar podemos ver claramente las dificultades que pasó la
expedición de Valdivia. En una parte señala que los indios “caperucones” de
“Guatacondor” y de “Pica”, informaron a sus similares de Atacama de la
llegada de Valdivia. De esta manera al paso de la caravana se encontraron
entre las empinadas montañas con alrededor de mil indios que luego fueron
vencidos por los españoles.
Hay
que hacer notar, según lo narrado por Mario Orellana, que “los conquistadores
contaban a su favor con algunos adelantos técnicos, posesión de armas no
conocidas por los aborígenes, armas de fuego, caballería y ciertas armaduras.
De todos modos no es conveniente exagerar el valor de estas armas. En verdad,
aunque los caballos eran pocos y caros, la escasa caballería siempre fue
fundamental para deshacer los contingentes indígenas. Por otra parte, las
armas más dañinas fueron la espada y la ballesta; en cambio los arcabuces y
el uso de la artillería fueron indudablemente poco importantes”.
Pero,
¿fueron trascendentes las armas de los españoles en el afán de conquistar los
territorios?. El propio Orellana responde a esta pregunta: “Así, las nuevas
armas no fueron fundamentales en el triunfo de los conquistadores. Más que
ellas, la voluntad de conquistar, el deseo de hacerse ricos, ciertas
aspiraciones señoriales, el servicio a la monarquía española (al rey), y en
algunos, la esperanza de cristianizar estas tierras, se combinaron con la
situación social y cultura propia de los nativos, haciendo entonces posible
el aparente éxito conquistador y la derrota aborigen. Sin lugar a dudas la
realidad que se organizó fue más compleja; ocurrió una simbiosis biológica y
cultural que dio por resultado una sociedad diferente a la europea y también
a la americana prehispánica”.
Si
bien la crónica de Bibar da a conocer los pormenores de este trayecto, las
dificultades en los caminos, el agua que tuvieron que soportar, la sequedad
de los valles, hay que decir que produce verdadera impresión, para quienes
conocemos esos lugares, los momentos que pasó ese grupo de hombres que no
alcanzaba en sus inicios más que un puñado.
Estamos
hablando que subieron desde el valle de lluta hasta Socoroma, Putre, que
tienen una altura promedio a los tres mil metros sobre el nivel del mar. Y
fueron al paso de los años, con las dificultades narradas anteriormente,
fundando pueblos como Belén, Ticnamar, Codpa, Esquiña, Camiña, Tarapacá,
Pachica, Pica, Guataconde, Conchi, Chiuchiu hasta perderse hasta las tierras
de Copiapó o Copayapo.
En
la actualidad, es probable que muchos no estén informados que hace más de
cuatro siglos, este hombre que según las investigaciones, al comenzar a
ejecutar sus escritos sólo tenía 33 años, nos dio la oportunidad de tener una
mayor y más cercana relación entre los poblados existentes en la
precordillera de la primera región de Chile.
Si
bien es cierto, el historiador Diego Barros Arana en l88O, tuvo a bien
considerar el poema
Sin
embargo, según dice Mario Orellana “a un siglo de lo que afirmaba Barros
Arana, sabemos que otro español, Gerónimo de Bibar, que estaba en Chile desde
1549, escribió una crónica verdadera y copiosa que terminó en 1558. Aunque
esta crónica no fue publicada hasta 1966, algunas de sus copias se conocieron
a comienzos del siglo XVII”.
La
pregunta es ¿Cómo pasó a Chile este cronista?. José Toribio Medina nos
informa que pasó a nuestro territorio “cuando Valdivia regresó del Perú”. Por
otra parte el estudioso Tomás Thayer Ojeda, dice que “parece que vino a Chile
en 1548, tal vez en la fragata de Juan Dávalos”. Por su parte Sergio
Villalobos cree que llegó a comienzos de 1549 “en el destacamento que condujo
por tierra Francisco de Ulloa.
Todas
estas hipótesis son descartadas por el propio Mario Orellana, quien expresa
que “hay que señalar al lector que Bibar no llegó antes de 1549, puesto que
Alonso de Monroy, de regreso del Perú en 1543, trajo 60 hombres, cuyos
nombres se conocen; y el capitán Diego Maldonado, en 1547, llegó con 8
españoles, que también están identificados”.
Con
todo, y de acuerdo a lo recopilado, damos por entendido que Gerónimo de Bibar
fue uno de los hombres extraños que llegaron a Chile y que se trasladó de a
pie por los territorios antes señalados. Un escribano que fue silenciado por
largos siglos y que, como toda justicia llega, logró definitivamente
inmortalizar lo que vivió en estas áridas tierras de nuestro país.
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Atrévase a comentar...o bien exponga su preferencia sobre lo que ha leído.... El Editor
2 comentarios:
UN PLACER AMIGO VISITAR SU ESPACIO. APRECIO MUCHO SU VISITA EN TWITTER.
UN ABRAZO HERMANADO
Excelente
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