viernes, 22 de marzo de 2013

¿Alonso de Ercilla o Gerónimo de Bibar?

(fotografía carlos amador marchant)

Escribe Carlos Amador  Marchant



No menos interesante resulta la travesía de los españoles desde Tacana o Tacna (Perú), lugar desde donde Pedro de Valdivia inicia su cabalgata hasta llegar a Copayapo (Copiapó) en 1540. Pero, ¿Quién narró más copiosamente estos acontecimientos?
Gerónimo de Bibar fue quien observó las andanzas del capitán y las retrató, sin ser un eminente letrado. Su legado, en cambio, está latente hasta nuestros días graficando las caminatas de los españoles y la bravura expuesta frente al monstruo del desierto cordillerano.
Bibar, por muchos siglos fue prácticamente un fantasma, sólo mencionado en forma escueta por uno u otro historiador al paso de los años. Incluso, algunos pensaban que se trataba de una ficción. Era un nombre que aparecía y desaparecía, como quien trata de esconderse por el mundo de la historia, como quien pretende pasar desapercibido en los anales de la conquista.
Pues bien, todo resultó a la inversa, porque más o menos en unas seis décadas pasadas, su nombre comienza a figurar en algunos documentos de la conquista aunque siempre asaltando dudas sobre su verdadera personalidad. Fue una revista española, según narra Sergio Villalobos, la que dio a conocer una nota breve sobre la verdadera existencia de la crónica de Gerónimo de Bibar, nacido en la ciudad de Burgos, incorporando, incluso, una fotografía de la última página de esos escritos.
Por suerte aquel manuscrito durante la Segunda Guerra Mundial, fue depositado en las bóvedas de un banco de Perspignan, lugar donde pudo descansar hasta ser rescatada. Pero lo importante es que se confirmaba la existencia real de estos documentos y que Bibar no era precisamente un personaje de ficción.
El mismo Sergio Villalobos especifica que trabajando como funcionario del Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina en la Biblioteca Nacional ad porta de los años 60, recibió en forma sorpresiva de parte de Guillermo Feliú Cruz, director del organismo, un fajo de hojas escritos a máquina en donde estaban las crónicas de Gerónimo de Bibar.
Según Villalobos, consideró que las crónicas del hombre de Burgos eran superiores por muchos conceptos a las crónicas de Pedro Mariño de Lobera y de Alonso de Góngora Marmolejo, hasta aquel entonces los relatos más certeros sobre la conquista de Chile.
Lo concreto es que al paso de los años todo lo que se había hecho sobre estos documentos fueron sólo recopilaciones en hojas diversas. Pero, por vez primera sale la crónica transformada en libro, con el historiador Mario Orellana, en 1988, quien realiza con esto, además, una tarea que faltó por mucho tiempo.
Porque Bibar narra los acontecimientos en torno a la travesía de Pedro de Valdivia desde Tacana hasta Copayapo, pasando y fundando una seguidilla de pueblos pre cordilleranos. Es decir, sin Bibar, poco o nada sabríamos de estos acontecimientos.
Según Mario Orellana, Bibar era un hombre de a pie, vale decir de una condición modesta, incluso lo trata de acercar a la presencia de villano con inclinaciones a las expediciones marítimas debido a que participó en 1550 en la exploración de la costa hasta Arauco efectuada por Juan Bautista Pastene. Según recopilaciones, el propio Bibar confirma haber participado en otras travesías como el viaje a isla Mocha y al Estrecho de Magallanes con Francisco de Ulloa en 1553.
Villalobos, por su parte, dice que Bibar como guerrero no habría sido un hombre destacado e, incluso, por la misma razón, no alcanzaría una situación de altura. También afirma que ni siquiera habría sido encomendero ni obtuvo cargos oficiales de honores. Termina diciendo Villalobos: “Creo que no es antojadizo imaginarlo retraído, alejado del barullo de los conquistadores, observador fino y culto, apto para el manejo de papeles y propenso a las lecturas y el uso de la pluma, aunque no fuese propiamente un intelectual”
El autor del primer libro sobre Bibar, Mario Orellana, se inclina a decir que en las crónicas de este autor hay, por cierto, una influencia de las cartas de Valdivia, y por esta razón lo relaciona como amigo cercano de Juan de Cardeña, secretario del capitán.
Con todo, estas cartas, estos documentos, fueron rigurosos informes de lo acontecido en Chile, y que llegaron en esa época tanto a las autoridades españolas como peruanas, incluyendo al rey de España.
Los relatos de Bibar, como dijimos anteriormente, traducen el viaje realizado por Pedro de Valdivia desde Tacana hasta Copayapo, rutas que comenzaron en el año 1540.
Especifica Bibar que a once días del mes de abril de mil quinientos treinta y ocho, recibió Valdivia de parte del marqués Francisco de Pizarro la autorización para ir a conquistar y poblar los reinos de Chile, nombrándolo capitán general. De esta manera Valdivia viajó al Cuzco para dar a conocer la travesía que comenzaría muy pronto. Como era costumbre en la época, el propio capitán general comenzó a recolectar provisiones y a llamar a otros hombres para que se le unieran a la misión. Esta misma acción la realizó en lugares como la provincia de Charcas, en la villa de la Plata y en Porco, en la ciudad de Arequipa, en Guaranda y en la ciudad de los Reyes.
Luego de las tormentosas jornadas del rescate de misioneros, Valdivia nombró a Alonso de Monroy como su teniente y la primera orden entregada tuvo relación con seleccionar los caballeros que hallase en el Collao y que se dirigiera con ellos al valle de Tacana, en la costa, lugar donde comenzaría la expedición.
Por su parte Valdivia se dirigió luego a la ciudad de los Reyes donde contrató un navío y posteriormente regresó al Cuzco. En esta misma ciudad, dice Gerónimo de Bibar, el capitán halló a doce soldados que habían quedado esperándolo y con éstos se dirigió a la ciudad de Arequipa encontrándose con el capitán Monroy, a quien despachó para el Collao para que se dirigiera posteriormente con los soldados que hallase hacia el valle de Tarapacá.
Pues bien, Valdivia se encaminó a Tacana, sitio desde donde emprenderían la peligrosa travesía por el desierto de Chile.
El capitán Valdivia, en Tacana, supo que el navío y toda la gente que había contratado en la ciudad de los Reyes no vendrían. Por esta razón, con los escasos soldados que tenía se encaminó hacia el valle de Tarapacá
De esta forma el pequeño grupo encabezado por el capitán fue atravesando los valles que, según lo relatado por Bibar, tenían una anchura aproximada de una legua y entre otros y otros valles similares, seis o siete leguas aproximadamente.
Sin mucha diferencia a la visión actual, Bibar cuenta que los espacios de tierra que estaban fuera de estos valles eran estériles y despoblados, con grandes arenales.
Valdivia, al llegar al valle de Tarapacá, esperó a su capitán Alonso de Monroy que venía de las Charcas con setenta hombres, cincuenta de a caballo y veinte de a pie. Aprovechó esta instancia, para que por varios días los caballos lograran descansar y la gente aprovechara de proveerse de alimentos.
Más tarde se le van uniendo otros refuerzos. La extraordinaria narración de Bibar especifica el difícil viaje para las huestes de Valdivia, cómo caminan en grupos de veinte hombres para no agotar el agua, cómo los naturales llevan agua en calabazas y en odres de cuero de carneros y de lobos marinos. También grafica el escenario de los soldados que van de a pie (es probable que uno de ellos haya sido el propio Bibar) y quienes deben ir limpiando los pozos que abastecían de agua.
En las crónicas de Bibar podemos ver claramente las dificultades que pasó la expedición de Valdivia. En una parte señala que los indios “caperucones” de “Guatacondor” y de “Pica”, informaron a sus similares de Atacama de la llegada de Valdivia. De esta manera al paso de la caravana se encontraron entre las empinadas montañas con alrededor de mil indios que luego fueron vencidos por los españoles.
Hay que hacer notar, según lo narrado por Mario Orellana, que “los conquistadores contaban a su favor con algunos adelantos técnicos, posesión de armas no conocidas por los aborígenes, armas de fuego, caballería y ciertas armaduras. De todos modos no es conveniente exagerar el valor de estas armas. En verdad, aunque los caballos eran pocos y caros, la escasa caballería siempre fue fundamental para deshacer los contingentes indígenas. Por otra parte, las armas más dañinas fueron la espada y la ballesta; en cambio los arcabuces y el uso de la artillería fueron indudablemente poco importantes”.
Pero, ¿fueron trascendentes las armas de los españoles en el afán de conquistar los territorios?. El propio Orellana responde a esta pregunta: “Así, las nuevas armas no fueron fundamentales en el triunfo de los conquistadores. Más que ellas, la voluntad de conquistar, el deseo de hacerse ricos, ciertas aspiraciones señoriales, el servicio a la monarquía española (al rey), y en algunos, la esperanza de cristianizar estas tierras, se combinaron con la situación social y cultura propia de los nativos, haciendo entonces posible el aparente éxito conquistador y la derrota aborigen. Sin lugar a dudas la realidad que se organizó fue más compleja; ocurrió una simbiosis biológica y cultural que dio por resultado una sociedad diferente a la europea y también a la americana prehispánica”.
Si bien la crónica de Bibar da a conocer los pormenores de este trayecto, las dificultades en los caminos, el agua que tuvieron que soportar, la sequedad de los valles, hay que decir que produce verdadera impresión, para quienes conocemos esos lugares, los momentos que pasó ese grupo de hombres que no alcanzaba en sus inicios más que un puñado.
Estamos hablando que subieron desde el valle de lluta hasta Socoroma, Putre, que tienen una altura promedio a los tres mil metros sobre el nivel del mar. Y fueron al paso de los años, con las dificultades narradas anteriormente, fundando pueblos como Belén, Ticnamar, Codpa, Esquiña, Camiña, Tarapacá, Pachica, Pica, Guataconde, Conchi, Chiuchiu hasta perderse hasta las tierras de Copiapó o Copayapo.
En la actualidad, es probable que muchos no estén informados que hace más de cuatro siglos, este hombre que según las investigaciones, al comenzar a ejecutar sus escritos sólo tenía 33 años, nos dio la oportunidad de tener una mayor y más cercana relación entre los poblados existentes en la precordillera de la primera región de Chile.
Si bien es cierto, el historiador Diego Barros Arana en l88O, tuvo a bien considerar el poema La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga publicada en 1569 como “Una obra esencialmente histórica que contiene la relación de todos los sucesos ocurridos en nuestro país hasta la llegada del autor con García Hurtado de Mendoza”, hasta el siglo 19 fue también la opinión de muchos, porque el poema informaba de situaciones y hechos acontecidos en el territorio chileno, tan lejano del viejo mundo.
Sin embargo, según dice Mario Orellana “a un siglo de lo que afirmaba Barros Arana, sabemos que otro español, Gerónimo de Bibar, que estaba en Chile desde 1549, escribió una crónica verdadera y copiosa que terminó en 1558. Aunque esta crónica no fue publicada hasta 1966, algunas de sus copias se conocieron a comienzos del siglo XVII”.
La pregunta es ¿Cómo pasó a Chile este cronista?. José Toribio Medina nos informa que pasó a nuestro territorio “cuando Valdivia regresó del Perú”. Por otra parte el estudioso Tomás Thayer Ojeda, dice que “parece que vino a Chile en 1548, tal vez en la fragata de Juan Dávalos”. Por su parte Sergio Villalobos cree que llegó a comienzos de 1549 “en el destacamento que condujo por tierra Francisco de Ulloa.
Todas estas hipótesis son descartadas por el propio Mario Orellana, quien expresa que “hay que señalar al lector que Bibar no llegó antes de 1549, puesto que Alonso de Monroy, de regreso del Perú en 1543, trajo 60 hombres, cuyos nombres se conocen; y el capitán Diego Maldonado, en 1547, llegó con 8 españoles, que también están identificados”.
Con todo, y de acuerdo a lo recopilado, damos por entendido que Gerónimo de Bibar fue uno de los hombres extraños que llegaron a Chile y que se trasladó de a pie por los territorios antes señalados. Un escribano que fue silenciado por largos siglos y que, como toda justicia llega, logró definitivamente inmortalizar lo que vivió en estas áridas tierras de nuestro país.




Atrévase a comentar...o bien exponga su preferencia sobre lo que ha leído.... El Editor

2 comentarios:

Anónimo dijo...

UN PLACER AMIGO VISITAR SU ESPACIO. APRECIO MUCHO SU VISITA EN TWITTER.
UN ABRAZO HERMANADO

Anónimo dijo...

Excelente

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Comentarios selectos sobre el material de este blog.

Sobre ballenas y un libro Estimado amigo Carlos Amador Marchant: agradezco emocionado la mención que haces de mi novela en tu bella y emocionante crónica. Un fuerte abrazo desde España. Luis Sepúlveda(escritor) 24 de julio de 2010 15:03 ........................................................ Sobre ballenas y un libro Estimado Carlos: Gracias una vez más, por cierto, tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunidas en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias Luis Sepúlveda (escritor) 26-07-2010 ........................................................ Crónica "Dame de beber con tus zapatos". Luis Sepúlveda (escritor) dijo... Querido amigo, como siempre disfruto y me maravillo con tus crónicas. ¿Para cuando un libro? un abrazo Lucho (Gijón-España) 10 de julio de 2011 15:25 .................................................... Sobre Ballenas y un libro Fuertes imágenes de una historia y una matanza, y de un lugar, que sobrecogen. Con pocos elementos, pero muy contundentes, logras transmitir una sensación de horror y asco que no se olvidan. He estado en Quintay varias veces, y sé lo que se siente al recorrer las ruinas de la factoría; mientras uno se imagina los cientos de ballenas muertas infladas, flotando en la ensenada, en espera del momento de su descuartizamiento, antes de ser hervidas en calderos gigantescos e infernales, para extraer el aceite y el ámbar, tan apetecidos por la industria cosmética en el siglo XX , así como lo fue (el aceite) para el alumbrado callejero en el siglo XIX... Crónica muy bien lograda. Un abrazo. Camilo Taufic Santiago de Chile. 27-07-2010 ........................................................ Sobre "Los caballos y otros animales junto al hombre" Tus asnos, caballos, burros y vacas son otra cosa, por cierto, tan cercanos al hombre, tan del hombre. Te adjunto una vieja fotografía de dos palominos que tomé en las montañas de Apalachia, en Carolina del Norte, allá por el año 1983. Encuentro interesante y muy amena la manera en que hilvanas tus textos, siempre uniendo al tema alguna faceta literaria o cultural (en este caso, Delia del Carril, Virginia Vidal, Nemesio Antúnez, Santos Chavez). Hace tiempo te dije que no desistieras de tus crónicas, que van a quedar, y mis palabras fueron corroboradas recientemente por Lucho Sepúlveda cuando él te escribió a propósito de tu artículo Sobre ballenas y un libro: "Estimado Carlos: (...) Tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunida en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias. Lucho". Y eso digo yo también, que tus crónicas son estupendas. Te escribe desde Benalmádena, Málaga. Oliver Welden (poeta) 21 de agosto de 2010 ...................................................... Sobre "El corcoveo de los apellidos..." ¡Notable, muy bueno! Escribir sobre la configuración de su nombre, con esa transparencia en el decir es algo que se agradece, precisamente en un pequeño universo donde lo que más pareciera importar es "el nombre". Además, esas referencias a los escritores nortinos siempre son bienvenidas, pareciera que no siempre ellas abundan en la crónica y crítica nacional. Ernesto Guajardo (Valparaíso-15 noviembre-2010)

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