miércoles, 28 de marzo de 2012

SOBRE COSAS DE FIN DE MUNDO Y LOS ESTRAGOS IMPERANTES.






Escribe Carlos Amador Marchant


¿Será cierto que nos vendrán a buscar un día para dejar de ser hombres en la tierra, y culminar con esta gloriosa vida de suspiros, de juegos y de sueños absurdos?. Y por qué no, si a fin de cuentas no sabemos nada y vivimos un mundo robótico en medio de una selva inexistente.
Por estos días (más allá del siglo 21) se habla con más insistencia de este tema y comienzan a verse estragos naturales. Cosas extrañas en el firmamento percibidas por quienes laboran en astronomía: terremotos, tsunamis de magnitudes sorprendentes y, por cierto, de acuerdo al avance de las comunicaciones mundiales, todos están atentos a estos fenómenos que parece nos complican la existencia a un grado tal de hablarse que el presente año (2012) puede ser el que nos dé sorpresas mayores. ¿Fin de la existencia humana?. No lo sabemos.
No claudico frente a las estructuras de la existencia y me abro de brazos, esperando. Dentro del campo de la escritura han partido tantos en estos años. ¿Tuvieron suerte, se fueron antes del Apocalipsis?. Nadie lo sabe, las cosas se dan como se dan y en este mundo nadie se maneja a su antojo, ni siquiera al nacer, ni siquiera al morir.
Hubo poetas que cantaron a la muerte y hoy están muertos. ¿Será posible decir que en estos momentos cantan para volver a la vida, la desconocida?.
El ser inteligente tiene ventajas y desventajas. Ésta tiene que ver con que sabemos que un día cualquiera dejaremos la casa. La niebla nos espera: “No le temo a la muerte…por fin conoceré el gran misterio”, dijo el poeta chileno Gonzalo Millán a horas de iniciar su viaje fuera de este mundo.
Se habla mil cosas en estas últimas décadas. El calendario maya nos pena en cada segundo. Los gatos que transitan por los techos en la madrugada. Los perros que ladran mucho por las tardes.
Nos apresuramos a comprar manzanas. Dicen que ahora no tienen el sabor de antaño. Los químicos y esas cosas, golpean. Se vienen sequías. Hay que apresurarse a comprar, antes que se acaben las cosechas, dicen algunos. En la televisión se dejan ver programas juveniles, pésimos espacios, mediocres espacios, tristes espacios. Los ricos continúan haciéndose más ricos. Persiguen a los pobres, los apalean, le dan patadas en las calles. Unos locos, por ahí, varios locos, cientos de locos ricachones sudorosos, fabrican búnker para protegerse de la gran masacre. Dicen que bajo tierra se salvarán del diluvio. Incluso, pensando en el vil dinero (los ricos hasta dentro del ataúd piensan en el dinero) ya le han puesto precios a los compartimientos, por si a alguien se le ocurre salvarse dentro de esos socavones. ¿Acaso no saben que la naturaleza, que su fuerza, lo destruye todo en segundos?
Inicuas situaciones nos arrecian por las calles. Neo-nazis apalean, golpean, destrozan el cuerpo de un joven homosexual, lo queman con cigarrillos, le destruyen los órganos, le quiebran las piernas. Panorama inquietante en estos días.
La población ya no cree en sus autoridades, se han aburrido de tanta mentira por el mundo. Estamos hablando de las calles y la gente. Pero ¿qué hay más allá de las calles?.
Hay quienes aseguran que los estudiosos, que los grandes palacetes se han adueñado de los estudios, de la historia, que la han hecho a conveniencia de sus privilegios.
Parecen acabarse los tiempos en que la gente lo creía todo. Hoy se escudriña, incluso, a quien estudia en los colegios.
La historia miente, la ciencia, a veces, miente. ¿Y cómo no?. Si cuando aparece alguien que trata de contrarrestar investigaciones que han quedado establecidas a perpetuidad, es señalado como díscolo, como un aberrante ser de la ignorancia, que sólo trata de buscar fama a costa de sensacionalismos. Y la verdad parece no ser ésa, parece ser a la inversa, parece que se nos ha mentido de por vida, y la población mundial así lo percibe.
Muchas citas de poetas y pensadores siguen penando en las bibliotecas. Las mismas que a veces se dejaban de lado, hoy cobran vida. Pero no sólo porque han vuelto a ser leídas, sino porque el ojo humano se ha despertado frente a la ignominia.
Curiosamente por estos días, frente a tanta aparición de tsunamis, los pescadores, casi no creyendo informaciones oficiales, alertan a la población cuando las olas aparecen turbulentas. Es curioso, ¿verdad?.
Me siguen penando las palabras del poeta chileno Gonzalo Millán a minutos de partir de este mundo: “No le temo a la muerte…por fin conoceré el gran misterio”.



Atrévase a comentar...o bien exponga su preferencia sobre lo que ha leído....
El Editor

Buscar este blog

Comentarios selectos sobre el material de este blog.

Sobre ballenas y un libro Estimado amigo Carlos Amador Marchant: agradezco emocionado la mención que haces de mi novela en tu bella y emocionante crónica. Un fuerte abrazo desde España. Luis Sepúlveda(escritor) 24 de julio de 2010 15:03 ........................................................ Sobre ballenas y un libro Estimado Carlos: Gracias una vez más, por cierto, tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunidas en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias Luis Sepúlveda (escritor) 26-07-2010 ........................................................ Crónica "Dame de beber con tus zapatos". Luis Sepúlveda (escritor) dijo... Querido amigo, como siempre disfruto y me maravillo con tus crónicas. ¿Para cuando un libro? un abrazo Lucho (Gijón-España) 10 de julio de 2011 15:25 .................................................... Sobre Ballenas y un libro Fuertes imágenes de una historia y una matanza, y de un lugar, que sobrecogen. Con pocos elementos, pero muy contundentes, logras transmitir una sensación de horror y asco que no se olvidan. He estado en Quintay varias veces, y sé lo que se siente al recorrer las ruinas de la factoría; mientras uno se imagina los cientos de ballenas muertas infladas, flotando en la ensenada, en espera del momento de su descuartizamiento, antes de ser hervidas en calderos gigantescos e infernales, para extraer el aceite y el ámbar, tan apetecidos por la industria cosmética en el siglo XX , así como lo fue (el aceite) para el alumbrado callejero en el siglo XIX... Crónica muy bien lograda. Un abrazo. Camilo Taufic Santiago de Chile. 27-07-2010 ........................................................ Sobre "Los caballos y otros animales junto al hombre" Tus asnos, caballos, burros y vacas son otra cosa, por cierto, tan cercanos al hombre, tan del hombre. Te adjunto una vieja fotografía de dos palominos que tomé en las montañas de Apalachia, en Carolina del Norte, allá por el año 1983. Encuentro interesante y muy amena la manera en que hilvanas tus textos, siempre uniendo al tema alguna faceta literaria o cultural (en este caso, Delia del Carril, Virginia Vidal, Nemesio Antúnez, Santos Chavez). Hace tiempo te dije que no desistieras de tus crónicas, que van a quedar, y mis palabras fueron corroboradas recientemente por Lucho Sepúlveda cuando él te escribió a propósito de tu artículo Sobre ballenas y un libro: "Estimado Carlos: (...) Tu blog es uno de los pocos que merecen llamarse literarios. Es sencillamente muy bueno y tus crónicas son estupendas. ¿Las tienes reunida en un libro de crónicas? Es un género que se pierde con el tiempo. Un fuerte abrazo desde Gijón, Asturias. Lucho". Y eso digo yo también, que tus crónicas son estupendas. Te escribe desde Benalmádena, Málaga. Oliver Welden (poeta) 21 de agosto de 2010 ...................................................... Sobre "El corcoveo de los apellidos..." ¡Notable, muy bueno! Escribir sobre la configuración de su nombre, con esa transparencia en el decir es algo que se agradece, precisamente en un pequeño universo donde lo que más pareciera importar es "el nombre". Además, esas referencias a los escritores nortinos siempre son bienvenidas, pareciera que no siempre ellas abundan en la crónica y crítica nacional. Ernesto Guajardo (Valparaíso-15 noviembre-2010)

Estadística del material leído durante la semana.