
Mi padre, Amador Marchant Montenegro, falleció el 7 de julio de 2010. Fue sastre hidalgo. Luchador por la vida. Hay unos poemas para él que están insertos en mi libro "Hijo de sastre". No es lo único,por cierto, que escribiré sobre él; me atrevo a decir que acá comienza toda una nueva escritura. Lo despedí en Iquique y hablé frente a los presentes en su entierro. Pedí, finalmente, aplausos por su vida, una vida casi de novela. Nació en Valparaíso, pero amó el desierto salitrero. Esta foto fue sacada en los momentos que me trasladaba por la pampa en búsqueda de su cuerpo. Quiero, quise, compartir estos poemas con ustedes.
SASTRERÍA
(a mi padre Amador Marchant Montenegro)
Detrás de esa casa oscura
está la sastrería. No hay ruidos
no hay voz, sólo olor
a tela remojada. Parece todo invierno
ese sitio.
Los hilos que cuelgan
son estacas silenciosas.
Al fondo muy al fondo
el sastre medita.
Sobre su esqueleto se pierde
una tarde.
Esa sastrería parece plaza despoblada.
Parece un pan escondido.
Para ubicarla hay que rastrear
letreros apagados letreros
que nunca llaman
a alguien.
II
El sastre está escondido. Lo recuerdo
sentado sobre una silla de madera. Allí está
rodeado de telas, planchas de hierro, ternos que cuelgan
como hombres ahorcados.
Está el sastre al centro de la pieza. Lo veo difuso.
Atrás estoy yo
sin haber nacido.
III
Esa sastrería era pequeña. Pero al fondo
el patio albergaba animales.
Todas las gallinas se confundían con los patos, los conejos
abrían cuevas en rincones.
Por años me entretuve
mirando ese espectáculo. Conté huevos,
descifré crías.
La sastrería estaba afuera. Y afuera
en cambio todo era silencio. El sastre se situaba
como estatua de hielo. Su voz emergía
detrás de mesones.
Yo estaba
frente a él siempre en cuclillas, siempre aportando
desconcierto, siempre
hablando
de reojo.
IV
La coraza del sastre fue su frente.
En cambio yo floté como tronco en los ríos.
Dije vida y me acecharon los derrumbes.
Dije vuelo y todas mis alas se averiaron.
V
El oficio del sastre fue quedar
roto en la noche. Quedar muerto
sobre la cabecera de una cama.
Porque aquella sastrería era húmeda como orilla de océano.
De vez en cuando
aparecía yo jugando en esa foto triste
en la maleza de los días.
Por eso soy cabizbajo cuando hablo.
Por eso esta luna gris se desplaza por mis hombros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario